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SANTO DOMINGO. Lo nunca visto. Cuando Juan Luis cantó "Ojalá que llueva café", 50 mil personas habían soportado tres horas de agua sin comas ni puntos y seguidos. Los dominicanos, sobre todo las dominicanas, son especialmente ñoños con la lluvia. A cualquier otro le hubiesen dejado el estadio vacío. Incluso después de la décima canción, "La Calle", donde apareció Juanes con su guitarra, cuando el artista pidió unos minutos para que la producción pudiese quitar un poco de agua al techo de la tarima que podía venirse abajo. 


 Héctor Aníbal aplaudido El sábado, "A son de Guerra" comenzó con la muy aplaudida participación de Héctor Aníbal y su grupo, quien inició su media hora con "Dominicanos". Bien diseñada, fue su media hora de triunfo ante más cantidad de personas en su vida, seguramente. 

Y le dio a la bachata un color diferente. Gracias a Orange, los dominicanos pudieron darse este concierto donde el público de todas las edades proyectó su felicidad con una disciplina ejemplar. Gracias también por el refugio-sala de prensa. Juan Luis, el felicísimo Cuando Juan Luis salió a escena, con "Apaga y vámonos", el agua y el entusiasmo eran casi bíblicos. 

Y el Olímpico parecía el Arca de Noé a punto de despegar del suelo y flotar en el diluvio universal. Algo que parecía preparado por alguien que odie bien al artista en contubernio con malos brujos. Pero como el amor engendra la maravilla, los dominicanos se mantuvieron firmes, gozándose el bautismo de agua y el maná de buena música que ofreció a cambio el autor de "Bilirrubina", segundo tema de la noche. 

 Con "La Travesía" y "La Llave" el público coreó, bailó y se sintió más parte de la magia que acontecía en medio del fragor del agua. Con "Bachata rosa" y un medley de salsa, cientos de paraguas, vistos desde el aire, hacían rondas. Bajo ellos las parejas danzaban. "Pertenezco a un club al que no hay que pagar cuota de inscripción ni mensualidad, el club de la gracia", dijo Juan Luis y cantó "Son al rey". Luego "Como yo"; "El costo de la vida (algarabía)" y "La Calle" con el esperado Juanes.

 Tras unos minutos siguió con "Mi bendición", "Para tí" y "El Niágara" ("esta canción la hice hace años, tengo la esperanza de que la situación haya cambiado", expresó). Con "Lola" presentó su orquesta. Después del mambo vino una descarga de percusión a cargo del mejor ensemble percutivo de este país: Chocolate, Bobadilla, Guy Frómeta y Mojica.

 Visa presentó palomas en el muy creativo diseño de imágenes en las cinco pantallas Led del escenario. "Vámonos a una bachata bien clásica", dijo y comenzaron los acordes de "Frío frío". Entonces subió por el centro del proscenio, en elevador, el mismísimo Anthony Romeo, con ovación y casi delirio. El dúo debería ser grabado en un álbum. El concierto continuó, siempre bajo lluvia, con "Las Avispas", "Bachata en Fukuoka", ese nuevo clásico que es "La guagua"; después "En el cielo" (su más reciente tema) y otro clásico como falso final, el típico "La cosquillita". Regresó a escena con "A pedir su mano"; un medley de bachatas y cerró, ahora sí, con su eterno "Ojalá que llueva café". 
 ¡Después de tanta lluvia!

De: diariolibre.com / Alfonso Quiñones 


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